El verano es largo y caluroso, pero como dice la canción, “todo tiene su fin”. Vacaciones largas ó un fin de semana, unos vienes y otros se van.
Despertarse rodeado de naturaleza, para seguir conectado con el mundo real, que puedes vivir experiencias y muchos momentos de ocio.
Vivimos en una era en la que sin salir de casa podemos planificarlas con un solo “click” y con todas las garantías. Una de las opciones con un gran número de seguidores es ir de camping.
Da igual que esté en la montaña o en la playa. Las personas que lo eligen son unas apasionadas de la naturaleza, también lo son del “alcahueteo”, de estar con la gente y de no achicarse ante las tormentas.
También les va el “barro”, es decir, no les importa cargarse de accesorios porque el estar todo el día al aire libre no debe estar reñido en ningún caso con la comodidad y el saber estar.
Así, la primera de las elecciones es la de la “casita”, ya sea una caravana, mobil home, bungalow o tienda de campaña. Su montaje sirve para darse a conocer en el camping, el resto de campistas suelen estar pendientes de esas cosas y de esta manera comienzan ya las innumerables anécdotas.
Hace algunos años en mi adolescencia estuve en uno de ésos que son de primera, tenía hasta peluquería y una piscina con dos toboganes alucinantes. La verdad es que era pijotero, pijotero, las plazas estaban delimitadas por unos setos lo que impedía que se pudiera cotillear al vecino.
Pues bien, mi amiga y yo teníamos una inquietud, nuestros vecinos a los que habíamos visto sacar del coche una simple tienda de campaña, cocinaban todos los días y no sabíamos cómo, el olor era delicioso, eso no se podía hacer con un simple camping gas, había que averiguarlo.
Así que nos armamos de valor y días después, casi al “alba” decimos “echar un ojo” y nos metimos entre los setos.
La mala suerte es que ambas somos de pelo rizado y frondoso, nos quedamos enganchadas y encima nos dio la risa floja y tardamos varios minutos en salir de semejante atolladero. Después, nada más volvernos nos encontramos con la mirada inquisitiva de nuestros novios, “ya os vale”, nos dijeron.
Luego nos preguntaron: ¿A qué tienen camping gas? Pues sí, lo tenían. Misterio resuelto.
La estancia en el camping tiene que ser confortable. No es necesario llevarse una “chaise longue”, hay una gran variedad de mobiliario, sillas, sillones, mesas que cumplen con esa función, y por supuesto son también importantes los veladores y parasoles.
Montar un velador es como abrir un paquete de “donettes”, enseguida te salen amigos. Lo divertido es que las instrucciones son difíciles de entender cuando se está rodeado de gente que ya empieza a opinar, pero unir, une.
Lo mejor es no entrar en pánico, sacarle una cerveza al que esté estorbando y hasta una rodaja de salchichón si hace falta, así tendrá la “boquita” ocupada.
No es muy aconsejable replicar al “listillo”, suelen tener mucho don de palabra y convence a los demás con facilidad. Lo chungo es que si se demuestra que su opción de montaje no es la correcta, niega haberla pronunciado y se decanta sin pestañear por otra que no ha sido escuchada.
Pese a todo, al final el “dichoso” velador queda perfectamente montado y la satisfacción es casi tan grande como la vivida con el gol de Iniesta.
Los campistas son muy colaboradores y los que no lo son acaban siéndolo. Me viene a mí a la cabeza un suceso protagonizado por una persona a la que para mantener su anonimato llamaré por ejemplo, , Paco.
Paco, Muy seguro de sí mismo se levantó esa mañana con un insólito cometido: preparar el desayuno. Lo tenía todo muy estudiado y hasta tuvo el detalle de comprar churros. Preparó la mesa colocando las servilletas y los cubiertos con mucha delicadeza.
El aroma del café ya estaba presente cuando su familia se levantó. Todo era perfecto hasta que Paco se dispuso a sacar la cafetera del fuego. La colocó con decisión encima de la mesa que para más señas, era de PVC. Como la tropa estaba hipnotizada por el momento, no pudieron frenarle, la huella que dejó en la mesa resultó inevitable.
Durante días se tapó con un mantel para guardar el secreto pero poco tardó en descubrirse y el cachondeo fue de lo más generalizado.
También son muy comentadas las andanzas de los adolescentes del camping. Muchas veces deben buscarse la diversión “allende” de sus padres, tíos, abuelos, etc., etc.
Es muy difícil escapar de los ojos que todo lo ven, así que buscan sus rincones secretos y así disfrutan con más tranquilidad de sus aventuras.
Muy popular es aquella conocida como la de “los tontos del camping”.
Esta es la historia de dos chicos que un buen día decidieron asumir un arriesgado reto: rociarse sin parar el “sobaquillo” con desodorante de spray. El ganador sería sin duda el que más resistiese, pero eso fue lo de menos, las consecuencias pesaron más.
Por más que quisieron silenciar el suceso, poco tardaron en sufrir las quemaduras, tuvieron que ser trasladados al servicio de urgencias del pueblo vecino. A su llegada, ya estaban bautizados como “los tontos del camping”.
Las comidas en el camping suelen ser muy variadas. Se hacen con mucho mimo porque es importante poder lucirlas con los amigos. Se comparten platos de rancho, paellas, migas, vamos todo lo que puede comerse al aire libre.
Para su elaboración cuentan con unos potentísimos quemadores y barbacoas, eso sí, emplean carbón vegetal y toman todas las precauciones necesarias, son muy profesionales. A veces el despiste va por otro lado.
Un día un señor conocido por sus artes culinarias se dispuso a hacer un rancho que iba a ser la envidia de los vecinos. Muchos de ellos acudieron a observar y claro, entre tanta cháchara, el buen señor se confundió y en lugar de echar aceite echó jabón a la sartén.
No creáis que tenía problemas de vista, para nada, el color de ambos productos era igualito y los botes transparentes. Así que después de echar todos los condimentos culminó con el caldo.
Ya estaba casi preparado y allí no se movía nadie, había que probarlo. De repente, las patatas que casi son lo mejor del plato empezaron a salir disparadas por culpa de jabón. En aquel momento las risas fueron pocas, el rancho acabó en la basura para la sorpresa de algún que otro campista que al no saber de qué iba la película, no comprendía cómo podía tirarse un rancho con tan buena pinta.
No quisiera acabar este blog sin mencionar las maravillosas fiestas campistas. Le echan mucha imaginación, decoran los árboles, las sillas, las mesas y hasta se disfrazan. Si son de cumpleaños todos colaboran con gran entusiasmo. Lo mismo ocurre con las fiestas temáticas, los concursos de tortilla de patata y los campeonatos de guiñote o futbolín.
La cosa es pasar el rato, echar unas risas y que no falte ni el pacharán ni los cócteles de todo tipo. Cada uno aporta lo que tiene, pero no todos, también hay alguna que otra “gorrona” que pese a tener la nevera llena, piensa que cumple llevando unas tabletas de turrón de las navidades pasadas y se queda tan ancha.
Queda claro que las vacaciones puesto que siempre son merecidas, están para disfrutarlas al máximo. Cuando terminan, nos entra el síndrome. No podemos dejarnos llevar por él, hay que combatirlo con las anécdotas vividas, ésas que nos sacan una sonrisa y nos hacen pensar que ya queda menos para las del año que siguiente.
Además, mientras que haya verano tenemos múltiples opciones en nuestro lugar de residencia, los hosteleros del barrio y alrededores están deseando de recibirnos con los brazos abiertos.
Cuéntanos las experiencias graciosas o llamativas que has vivido en camping.
jajaja, que bien se lo pasan tendre que probar el rancho con jabon, limpiar la sarten seria facil no?
Seguro que si, pero no se quedaron sin comer, los huevos fritos son muy socorridos!
Jajaja. Me he reído mucho y acordado mientras tanto de muchas anécdotas de mi época campista.
Un saludo
No tienes ninguna tuya que nos puedas contar??
Esas patatas….saltaban….seguro que tenian su punto
Claro que sí, todo lo que nos sucede en vacaciones tiene su punto!
A mi encanta ver a la gente a primera hora de la mañana, vamos todos con el neceser y caminamos como los zombis de Walking Dead
A mí también me lo parece Paula, un conocido se metió por error en el aseo de las chicas. Por no verse descubierto tardó casi dos horas en salir del retrete. Luego tuvo la valentía de contarlo y menudas risas nos echamos.
Nosotros hace algunos años nos despertamos una noche mojados como pollos, fue por montar mal la tienda. De todo se aprende.
Esas cosas pasan cuando se va de principiante, después va todo como la seda
Unas anécdotas para partirse de risa
Y hay muchas más, me alegro que te hayan gustado!
Con lo bien que se lo.pasan dan ganas de probar con el camping al año que viene
Ya sabes, Ramón, apúntate a la juerga que por allí hay mucha